7 jul 2017

Miami #1.5: Mi peor experiencia en un hotel



Seguro miran el título y piensan ¿éste no debería ser el post número dos de Miami?. Y si, tienen razón. Pero decidí hacer un post intermedio, porque pienso que esta experiencia es merecedora de su propio post. Por eso en esta ocasión no voy a hablar tanto sobre qué hicimos en el segundo día de nuestra estadía en Miami, sino que les quiero contar sobre mi peor experiencia en un hotel.

Soy una persona precavida cuando se trata de viajes y suelo buscar y comparar hasta el cansancio las diferentes opciones  de hoteles para hospedarme. Esta vez no fue diferente. Queríamos hospedarnos en un hotel que quedara en South Beach, que tuviera estacionamiento y que no nos aniquilaran con el precio, y si alguna vez fueron a Miami saben que esos requisitos son casi imposibles de encontrar.

Finalmente después de buscar durante meses, y de leer un montón de reseñas, me decidí por el hotel Princess Ann, ubicado en el corazón de South Beach nos ofrecía desayuno y estacionamiento a un precio bastante razonables, y si bien no ofrecía demasiados lujos, para mi era más que suficiente.

Llegamos después de un viaje bastante difícil (si no leyeron la primer parte del viaje, pueden hacerlo haciendo click acá), llegamos al hotel con ganas de irnos a dormir. Y así fue. A mitad de la noche, me desperté con un poco de calor e hice lo que todos hacemos en esa situación: sacar un pie de abajo de las sabanas y ponerlo sobre el acolchado (¡santo remedio!). Pasados unos segundos, sentí una sensación un poco extraña en ese pie, pero sinceramente estaba tan cansada y tenía tanto sueño que decidí restarle importancia y seguir durmiendo "debo estar imaginándolo" pensé, intentando convencerme.

Me desperté a la mañana con las energías recargadas para comenzar mi primer día en Miami. Como siempre, comienzan las discusiones con Fernando (mi novio) para ver quien se baña primero, y después de perder al "piedra, papel o tijera" él se fue a bañar y yo me quedé un rato más en la cama. Cuando decidí levantarme para acomodar las valijas, noté de reojo que las sábanas que a la noche parecían ser blancas, no estaban tan blancas en algunos lugares. De hecho, había como unas manchitas negras situadas a los pies de la cama. Me agarró un calor por dentro y decidí acercarme para inspeccionar. Pegué un grito tan fuerte que hice que Fer saliera del baño corriendo a ver qué me había pasado. Eran gusanos, señoras y señores. Había gusanos en la cama. No uno, no dos, había al menos veinte gusanos recorriendo gustosamente la cama. Entre en crisis, obviamente. "¡Me voy a la mierda!" era lo único que repetía sin cesar. Fernando me calmó un poco y me convenció de que antes de irnos a quejar, debía aprovechar y bañarme ya que si nos asignaban una nueva habitación quizás iban a tardar algunas horas y yo iba a quedarme sin mi ducha reparadora. Accedí.

Entré al baño aún con miedo y sintiendo que tenía gusanos subiéndome en el cuerpo (era una sensación nada más). Abrí la ducha, agarré la toalla y.... ¡otra vez gusanos!. Esta vez estaban en la toalla. Salí del baño casi llorando (soy una drama queen, era mi momento de brillar), y otra vez al grito de "me voy a la mierda" empecé a guardar la ropa en mi valija.

Nuevamente (todavía no se cómo), Fer me calmó y me convenció de que me diera la ducha, pero que usara las toallas que habíamos traído nosotros. Terminé haciendo eso, y les juro que fue la peor ducha de mi vida, nunca me bañé con tanto miedo y tan rápido.Una vez que terminé, guardé mis cosas en la valija y me fui de esa habitación del terror.

En esta parte me gustaría alardear de lo mucho que me quejé en recepción y de cómo hice valer mis derechos y el dinero que había pagado. Pero no les voy a mentir. Nos quejamos, incluso le mostramos fotos de los gusanos. Simplemente nos dijeron que se iban a encargar del problema y que por las molestias ocasionadas nos iban a cambiar a una habitación mucho mejor y bien alejada de la anterior. Ni siquiera nos reembolsaron el dinero de esa noche. Se podría decir que pagué por dormir con gusanos.

Hago una autocrítica y sí, muchas veces soy muy tibia en este tipo de situaciones. La realidad es que teníamos ganas de salir a explorar la ciudad, y buscar otro hotel significaba pérdida de tiempo y dinero. "Son solo 4 días" me convencí. Dormí mal todo el resto de la estadía, pero al menos me quedó una anécdota asquerosa para contar.



Share:

2 comentarios

  1. A mi me pasò en la ciudad màs cara de EE UU, o sea NY! Elegì depto en el Upper East Side, a 4 cuadras de Central Park, hermoso, cerca de los museos. Todo iba bien hasta que el segundo dìa de mi estadìa (me quedaba 13 dìas) habia hecho muchas compras y no tuve mejor idea que volver a dejar tooodas las bolsas; ahì estaba sentada en el piso de madera con bolsas y bolsas cuando escucho un chirrido, pensè que era mìo y seguì metida en el celular. Vuelvo a escuchar el chirrido, me paro y veo enorme rata huyendo por la cocina! Empecè a los gritos, pensè que me desmayaba.
    La cosa es que llamè al amigo de la dueña del depto, vino el "exterminator", taparon varios huequitos y me devolvieron 450 dòlares por esos 2 dìas de angustia.
    Te entiendo PERFECTAMENTE! ratas, gusanos, asco todo y encima lejos de casa!

    ResponderEliminar
  2. Hola Majo, ¡Terrible experiencia!. Es tremendo porque uno se confía, y estas relajada de vacaciones y de repente te pasa algo así. Por lo menos te devolvieron plata, a mi ni siquiera eso jajaja. ¡no sabés como extrañé mi cama esos días!

    Besitos!!

    ResponderEliminar

¡Muchas gracias por dejar tu comentario!

© Testeadora | All rights reserved.
Blog Design Handcrafted by pipdig